De todas las flores que te he enviado hasta ahora, la peonía rosa, abanderada de la timidez, siento que es la que mejor me representa. Porque así soy yo: tímida hasta rozar la mala educación o el aislamiento.
Aunque a veces no lo parezca.
Aunque, con los años, haya ganado fuerza y confianza en mí misma.
Por supuesto, con las personas más cercanas, no soy así. Con ellas abro los pétalos y me muestro alegre como un geranio. Pero cuando me enfrento al mundo tengo que tirar de sentido del humor e imaginación para reprimir mis nervios.
Porque la ansiedad que sentimos los tímidos es paralizante, no parte de nuestro encanto. Nos limita y es un escollo más para conseguir nuestras metas.
Hace años, cuando tenía que hacer frente a alguna situación en la que mi inseguridad y mi poca fe en mí misma me anulaban, me imaginaba que era otra persona. Alguien a quien conocía y que sabía que hacía frente a esas situaciones como si nada. O, incluso, algún personaje de ficción. Intentaba imitar su personalidad, hacerlo todo como ellos. Hablar como ellos, gesticular como ellos, moverme como ellos. Sentirme físicamente como ellos. Y no sé si es por mi pasión por inventar personajes y vivir en las nubes, o qué, pero solía funcionar. Pero era un parche, una manera de escurrir el bulto y seguir escondiéndome para no enfrentar nada.
Ahora, que ya voy teniendo una edad, intento enfrentarlo todo desde mi persona. Aunque el otro pueda pensar que me falta un hervor o que soy rara de narices, porque tener el corazón en la boca me impida expresarme mejor.
Mis mejores curas para dejar de ser tan tímida fueron: tener que sacarme las castañas del fuego y ser madre. Sobre todo esto último. Convertirme en la persona que debía cuidar y pelear por otro ser, me dio más fuerza y valentía de la que jamás hubiera acumulado para mí misma.
Supongo que ese sí puede ser nuestro encanto. La maravilla de los tímidos es la de ser fuertes y valientes por necesidad diaria. Y el de comprender perfectamente a quien está atrapado en esa espiral y ser capaces de animarle para que eleve la voz y muestre de lo que es capaz.
Sí, he mejorado mucho. Ya no me bloqueo tanto. Consigo más cosas. Me atrevo a ser más yo. Pero te voy a ser sincera: sigo siendo una peonía rosa y lo seré toda la vida. Con mis luchas internas y mis aprendizajes. Y es desde este tiesto, desde el que voy a seguir enviándote pamplinas.
Inspiración
Algunas heroínas tímidas
Jane Bennet
Es el súmmum de la timidez, pero también de la bondad y la belleza, quizá por eso su hermana Elisabeth no para hasta conseguir que se una al amor de su vida.
Amélie Poulain
Al contrario que Jane, Amélie es capaz de pasar a la acción y hacer las cosas con miedo. Aunque a veces no se le dé tan bien. Como en esta divertida escena en la que la timidez puede con ella.
Jane Eyre
Otro maravilloso personaje introvertido —o al menos a mí me lo parece—, pero con la fuerza necesaria para decidir sobre su vida y su corazón, es la maravillosa Jane Eyre. ¿Mi momento preferido? Cuando enfrenta la verdad del señor Rochester y lo deja con dos palmos de narices.
Libros a retortero
He empezado el año con el firme propósito de bajar considerablemente mi lista de lecturas pendientes, y creo que no lo estoy haciendo mal.
En estas dos semanas he leído dos libros: La arquitectura de los sueños, de Mayte Esteban, que me ha parecido un libro de iniciación perfecto para futuros escritores y Una ventana a las estrellas, de Anna Garcia, una novela romántica, editada por Harper F —con quién saldrá en marzo mi novela Descalza entre raíces— y que me ha dejado sensaciones encontradas y un regusto agridulce. Es justo decir que no todas esas sensaciones son responsabilidad de la escritora, así que la mantengo en mi lista de autoras con las que quiero repetir.
En fin, supongo que no siempre se acierta con las lecturas y los momentos en que se hacen. Para estas dos semanas me he propuesto leer algún clásico, pues, Jimena Fer, me recomendó unos cuantos y todavía no me he puesto con ellos. En unos días, te cuento.
Transpiración
#40_2.0
Ando a vueltas con el primer borrador del cuento para este proyecto, que será una antología benéfica en la que participaré junto a otras autoras maravillosas. Si te digo que he tenido dos ideas muy claras, he escrito hasta la mitad de cada una, y se me han caído como un castillo de naipes, ¿qué me dirías? —por cierto, puedes decirme lo que quieras. En esta nueva versión de las pamplinas hay un espacio para comentarios, además de likes—. Pues eso es lo que ha pasado. He decidido que esta semana leeré mucho y veré películas para inspirarme. Porque de este mes no pasa que lo envíe.
Gecko Chan!
Estas últimas semanas he estado ayudando a colorear digitalmente el cómic de WebToon, Gecko Chan, creado por Meritxell Garcia. Y tengo que recomendártelo si necesitas una dosis de ternura en tu vida. Es para todas las edades —mi hijo de nueve años se ha enganchado— y puede leerse de forma gratuita, así que no pierdes nada por echarle un ojo.
Semillas
Quiero dar las gracias por aquí a todas las personas que leéis las semillas que os envío algunos martes y compartís conmigo, y en vuestras redes, opiniones sobre ellas. Uno de los motivos de este boletín es que estemos más cerca y podamos tener conversaciones más sosegadas sobre temas que nos toquen o interesen. Y sentir que lo estamos haciendo es maravilloso. ¡Gracias!
La verdad es que lo has disimulado bien, yo nunca te he visto tímida😊más tímida soy yo, un abrazo😘😘😘